DEJA QUE TU NIÑO COMA LO QUE QUIERA
No hay nada más difícil que lidiar con un niño que no quiere comer ¿Qué sólo quiere pastas, milanesas de pollo o papitas fritas? ¡Deja que lo haga a su modo! Nuevas tendencias nutricionistas europeas proponen revolucionarias pautas de alimentación que riñen con viejos criterios
Equipo Editorial de Mis Niños y Yo
.Jóvenes europeos especialistas en nutrición proponen revolucionarias pautas de alimentación para los niños, basadas no sólo en la idea de que, si bien es verdad que el organismo necesita de un menú balanceado para mantenerse saludable, no es menos cierto que el acto de comer debe ser agradable y no frustrante. Compartimos contigo estas novedosas propuestas, no sin antes cumplir con el sagrado precepto de advertirte que antes de seguir al pie de la letra sus recomendaciones, debes consultar con el pediatra. Él es quien, en definitiva, tiene la última palabra.
Frituras
No es necesario que los niños se priven de este delicioso alimento. Se puede consumir frituras una o dos veces por semana, no más, porque son verdaderas succionadoras de aceite. Prohibirle las frituras crea en el niño una frustración inútil. Si se le reprime en este sentido, termina por tener una fijación por el alimento y se atormentará. Si, en cambio, las consume regularmente, se evita este peligro. En lo que respecta a la comida rápida , elige la fritura mediana antes que la grande, que nunca termina... muerdes y muerdes y parece no acabarse.
Las pastas y el arroz
Este es, sin duda, el dúo ganador para los niños de entre cuatro y ocho años ¿Tus hijos piden pastas y arroz todos los días? ¡Pues que los coman todos los días! Una cucharada de mantequilla, queso rallado (en este caso suprima los lácteos en el postre) y pulpa de tomate (preferibles a las salsas cocinadas) son buenos acompañantes. La mantequilla aporta calcio y vitamina A, la pulpa de tomate vitaminas y fibras y el queso, calcio y proteínas.
Carne molida
¿Fracasa todo intento por hacer que tu hijo coma otra cosa? No tiene ninguna importancia. La carne de res -molida o no-, posee excelentes cualidades. Si tu hijo tiene más de cinco años dale carne calculando alrededor de 100 gramos por comida y, si es de menor edad, 80 gramos serán suficientes. Si por el contrario, él se niega a tragar siquiera un trozo de carne roja, reemplázalo por pollo, pescado o huevos.
Las hamburguesas
Esta es una palabra que resuena dolorosamente en los oídos maternos... Afortunadamente, "las mejores están en los sitios de comida rápida", dicen los niños. Podemos, por tanto, limitar los daños, pero cuando decidimos ir ¡vamos! Debemos aprovechar para no salir de ese lugar feliz (para los pequeños) con una frustración en el estómago. Deja que el niño escoja lo que le plazca, en cantidades razonables, y no regreses a ese lugar -u otro similar- antes de quince días.
Pizzas
La pizza, desde el punto de vista de esta nueva tendencia nutricionista europea, es casi perfecta: la masa es una verdadera fuente de energía para el día y se le puede poner todo lo que se quiera encima, incluidos vegetales (una buena forma de lograr que los niños los ingieran), carne, huevos, queso. En síntesis, este es un almuerzo completo sobre pan una o dos veces por semana que no acarrea ningún problema, sobretodo si termina con una fruta a modo de postre.
Milanesas de pollo y nugets
A todos los niños les encantan ¿Sólo comen pollo en esta forma?... No importa, cede ante ese "caprichito". Ten en cuenta, sin embargo, que la cubierta del pollo es una esponja para aceite. A fin de reducir los daños, para cocer el pollo utiliza una sartén de teflón apenas engrasada de aceite. Si tienes algo de tiempo, prepara un empanizado casero: clara de huevo batida mezclada con pan rallado.
Charcutería
Si las tienes, deja atrás esas anticuadas ideas acerca de que la charcutería, tiene más grasa que la carne. Son varios los estudios que demuestran que, en cualquiera de sus presentaciones, contiene cerca de 50% de ácidos grasos monoinsaturados necesarios para los niños y por tanto puedes darles jamón, salchichón y salchichas. Procura en todo caso que los productos que consuman sean de marca reconocida. Debes saber que un sandwich con pan y cualquiera de estos productos de charcutería constituye una comida equilibrada, si está acompañado de un lácteo y una fruta.
Los huevos
La mayoría de los niños adora los huevos, aunque casi siempre bajo los formatos "duro" o "tibio" (pasado por agua). Al contrario de las ideas comúnmente aceptadas, pueden comer la cantidad que quieran. No hay riesgo de que sufran crisis de hígado, lo cual sólo existe en la tradición de nuestras abuelas. Evidentemente, no se trata de darles huevos en todas las comidas, pero un niño puede consumir hasta seis huevos por semana sin problema. La única precaución a tomar es que en períodos de contaminación bacterial de salmonella, es mejor evitar los huevos tibios y preferir los duros o en tortilla cocidos al enos por siete minutos.
Yogur
Los potecitos de yogur que contienen trozos de frutas y cereales pueden ser consumidos sin ningún problema, con la condición de que se completen con una fruta fresca, ya que aquellos proveen componentes de poco valor alimenticio. Sin embargo, el yogur aromatizado (ese que huele y sabe a fruta pero no contiene fruta) es más bien desaconsejable ya que contiene mucho azúcar y no aporta más valor que un yogur natural.
En cuanto a los quesos fundidos estos gozan de un éxito enorme y encuentran un lugar especial en la lonchera para llenar el ratico del recreo. No hay inconveniente en dárselos, sin olvidar que estos tipos de queso contienen menos calcio que los duros.
El desayuno: algo nuevo
Durante mucho tiempo hemos dicho que el desayuno debía cubrir, sin lugar a discusión, 25% de las necesidades alimenticias cotidianas de los niños. Esta afirmación nos ha transformado en pedigüeños ansiosos de la fuente del cereal ("anda, sólo una cucharada"). Pues bien, ¡asunto terminado! Los estudios actuales demuestran que un desayuno que cubra de 15 a 20% de los aportes alimenticios del día es más que suficiente para un niño.
El desayuno debe convertirse, por tanto, en un momento de libertad. Generalmente a los niños, a primera hora de la mañana, les cuesta salir a flote y necesitan abrir su apetito con alimentos que les resulten placenteros. Ya se trate de cereales, pan, chocolates derretidos, yogur, queso, o bien compotas de frutas frescas, no habrá ningún problema. Permítele a tu pequeño hacer la selección y confía en él ya que los niños son maestros del control de su alimentación en función de sus necesidades. Si lo ves lanzarse exageradamente sobre los lácteos varios días seguidos, éste es el signo evidente de una necesidad de calcio.
Un niño que no es presionado por sus padres a causa de la comida tendrá un comportamiento sereno (ni rechazo ni ansiedad) frente a los alimentos. Por ejemplo, un delicioso y tradicional pan con mantequilla y mermelada, es perfecto para el desayuno y mejor aún si se come acompañado de un vaso de leche o alguna bebida achocolatada.
¿Y los caramelos?
¿Cómo sería la infancia sin dulces de todas las formas, colores y sabores? No lo prives del placer de saborearlos (salvo contraindicación médica). Sin lugar a dudas hay que darles caramelos a los niños. Los alimentos no sólo tienen una función nutritiva, son también objetos de placer, de intercambio y de agrado. En el caso de los caramelos puedes dejar a tu hijo sumergir la mano en la bolsa sin remordimiento alguno, después de las comidas, sin pasar de tres o cuatro caramelos y sin olvidar el cepillado de los dientes al terminar de comer.
http://www.tupediatra.com/mnyy/alimentacion/mnyy19.htm
miércoles, 14 de enero de 2009
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