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viernes, 2 de octubre de 2009

La hiperactividad se caracteriza por la falta de atención y concentración, impulsividad y exceso de movimientos

"Este niño no para quieto", "no piensa lo que hace", "no hay manera de que estudie". Todas estas expresiones pueden ser mucho más que descripciones de las actitudes de un niño, un adolescente, o incluso un adulto. Pueden ser síntomas de un trastorno de déficit de atención con hiperactividad. Un síndrome que muchas veces pasa desapercibido para los padres, pero que si se trata a tiempo, puede evitar el fracaso escolar o al menos mejorar el rendimiento en clase, así como mejorar otros aspectos de la vida de la persona. En ocasiones resulta que no es que los niños no quieran estudiar, es que no pueden, porque no consiguen concentrarse. Está más que estudiado, la hiperactividad es un trastorno, su presencia correlaciona entre otras variables con un déficit sutil pero suficiente en el funcionamiento del lóbulo frontal del cerebro, el que regula la conducta entre otras funciones.

Aunque cada vez existe una mayor concienciación sobre este problema y se detecta en mayor medida esencialmente por parte de los colegios y profesores, aún queda por hacer. Como explica Gabriel González de la Torre, neuropsicólogo especialista en daño cerebral y Neuropsicología de la Atención y coordinador del grupo de Neuropsicología del Colegio Oficial de Psicología de Cádiz, es importante empezar a trabajar con el niño cuanto antes. Aunque afirma que nunca es tarde, explica que cuando pasa un tiempo normalmente surgen complicaciones que van desde los problemas en el colegio a la conducta delictiva; "puede tener consecuencias muy negativas, sobre todo a largo plazo, pues a medida que sobrevienen los fracasos el niño o joven empieza a creer que no es capaz de hacer las cosas de otra forma y se va reforzando su conducta negativa". Por eso insta a prestar mucha atención a estas cuestiones y a buscar asesoramiento cuanto antes. Añade que a partir de los cuatro años empieza a detectarse la hiperactividad y que los seis suele ser una edad crítica.

La señal que más claramente suele hacer saltar la alarma son los problemas en la escuela y dificultades de aprendizaje, tanto por el bajo rendimiento como por la actitud. Pero para que sea trastorno por déficit de atención e hiperactividad, como explica González de la Torre, las actitudes deben darse en todos los ámbitos, también en la calle y en el hogar. Pero hay otras cuestiones, la hiperactividad se caracteriza por la presencia de escasa atención, baja capacidad de concentración, impulsividad e hiperquinesia, es decir, exceso de movimientos. Suelen ser niños que no pueden esperar, que lo tocan todo, que sufren pequeños accidentes al precipitarse en sus acciones. Hay tres tipos diferenciados: el predominantemente inatentivo, el predominantemente hiperquinético y el que combina ambas conductas, que es el más común.

El tratamiento consiste en psicoterapia y tratamiento farmacológico añadido cuando es necesario. Lo que se busca en la terapia es dar al niño herramientas para saber autocontrolar su conducta y a los padres pautas para ayudarle y saber abordar la situación. Así por ejemplo se utilizan técnicas de relajación y control de la respiración e incluso programas informáticos para el entrenamiento cognitivo, sobre todo para fomentar el desarrollo de la concentración. También se trabaja el desarrollo de habilidades sociales y, así, cuestiones como puede ser respetar el turno para hablar.

Los padres deben aprender entre otras cosas cómo comunicarse con el chico o chica. Por ejemplo, a hablarle mirándole a los ojos o a aplicar el llamado "tiempo fuera", es decir, evitar reñir al niño en el momento que se presenta el problema y esperar a estar ambos más tranquilos y retirarlo en ese momento a otro sitio distinto a aquel en el que han ocurrido los acontecimientos.

Antes se pensaba que con la edad adulta la hiperactividad desaparecía, pero ahora los profesionales apuntan que entre el 30 y el 60 por ciento de los niños que fueron hiperactivos lo siguen siendo en su edad adulta. Es más, se calcula que el cuatro por ciento de la población adulta presenta alguna sintomatología de este tipo. Es algo asimilado en Estados Unidos y Europa pero que empieza a prestársele ahora atención en España, como reseña Gabriel González de la Torre. Este explica que la hiperquinesia suele desaparecer pero que estas personas tienen problemas para centrarse en el trabajo, necesitan cambiar frecuentemente de actividad e incluso pueden presentar ansiedad o problemas en el estado de ánimo; "no es difícil encontrarles entre los buscadores de sensaciones y los aficionados a deportes de riesgo".

20/08/2007

Noelia Hidalgo.

Diario de Cádiz.

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